Ellos son un filo de los invertebrados protóstomos y fueron descubiertos ya en 1777 por J.A.E. Goeze, quien les llamó tardígrados, que significa algo así como “los del paso lento”. Son más conocidos como ositos de agua porque así los llamó Goeze (Kleine Wasser-Bären) al verlos en el microscopio, ya que por su andar, parecen pequeños osos.
Los extremófilos tardígrados son animales tan resistentes que se los
puede encontrar habitando absolutamente cualquier rincón del planeta
Tierra. Desde las más profundas oscuridades de los océanos a lo más alto
de los Himalayas, pasando por regiones manantiales de agua hirviendo a
lo más gélido de las zonas árticas, así como también desiertos y por
supuesto, la espesura de las selvas tropicales.
Bueno, su secreto está en su posibilidad para deshidratarse y
prácticamente, morir de forma momentánea. Los osos de agua pueden perder
el 99% de agua de su cuerpo e ingresar en un complejo estado de
animación temporalmente suspendida.
Si hace demasiado frío o demasiado calor, puede anular todos los
sistemas de su organismo hasta que las condiciones mejoren y entonces
volver a su estado natural.
De este modo, pueden soportar temperaturas mínimas de hasta -200 °C y máximas de 150 °C. Además, los indestructibles osos de agua
pueden soportar una radiación nuclear de 570.000 roentgen (con 500
roentgens los humanos moriríamos) y pueden pasar más de 120 años sin
agua.
Existen cerca de 900 especies diferentes de tardígrados, la mayoría tiene una media de vida de 200 años
y entre otros datos ultra curiosos sobre este rudo animal, estos
animales pueden pasar décadas sin agua ni oxígeno, por lo cual ¡los tardígrados pueden sobrevivir en el espacio exterior!
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